La compasión y la ternura en la pareja

Los tiempos actuales están siendo un desafío para las relaciones de pareja, las exigencias sociales que nos empujan a la autosuficiencia y al consumismo, además de ser una cultura centrada en el individuo, el valor que tiene el bienestar común en el fortalecimiento de las relaciones conyugales cualquiera sea su forma, se está dejando de lado.

Ante esta vida agitada, ¿ Qué lugar estamos dando a expresar nuestra ternura hacia nuestra pareja? y ¿Qué tan compasivos somos con nuestros conyuges y hacia nosostros mismos?

Quiero precisar que la compasión tiene que ver con desear el bien común; se trata de desarrollar la habiliadad de ser sensible al sufrimiento del otro, pero también al sufrimiento que personalmente sentimos.

Vivir en pareja implica decentrarnos, es decir, ya no sólo estamos pensando en nuestras propias vicisitudes, sino que podemos ver las necesidades de la persona que hemos elegido amar, porque al final de cuentas, con el paso del tiempo y un conocimiento más profundo del ser amado, amar se convierte en una decisión.

Si bien neurológicamente estamos dotados para aprender a ser empáticos, también estamos dotados para causar daño o agredir, así estamos biológicamente conformados; entonces, cuando convivimos el día a día, es nuestra responsabilidad el tomar decisiones que nos lleven a evitar dañar a otros y a nosotros mismos. De acuerdo a como manejemos estas posibilidades y hacia qué lado estemos más inclinados a actuar, es que vamos a proteger a nuestra pareja o en su defecto, a herirla.

Mostrar ternura está lejos de que seamos débiles, todo lo contrario, la ternura hace que nuestra conexión emocional se fortalezca, tratar de entender a nuestra pareja, poder escucharla sin necesidad de imponer nuestra “razón” es una muestra de que queremos nutrir la relación y estamos dispuestos a responder positivamente a la angustia o sufrimiento de nuestro ser amado.

No hablo de responder a todas las demandas y a ser sumisos, precisando, hablo como bien lo explica el psicólogo Paul Gilbert, “se trata de crear las condiciones para construir el valor, la sabiduría y dedicación para enfrentar lo que necesitamos enfrentar y aspirar a ser nuestra mejor guía en cuanto a nuestro bienestar y al de los otros y ser concientes de nuestro impacto sobre ellos”.

Cuando nos comportamos de una manera compasiva, en especial hacia el otro, dejándo las críticas a un lado, el sarcasmo, etc., y en lugar de esto, tenemos el valor de enfrentar el sufrimiento o incluso evitamos hacer sufrir a nuestro ser amado, está comprobado que ésta calidad de interacción aumentará nuestro bienestar, nuestra cratividad, impactará fortaleciendo nuestro sistema inmunológico y evidentemente tenemos una conducta ética hacia la sociedad y nuestro grupo de amigos se verán beneficiados también, ya que el buen trato es algo que se irradia.

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